…he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo, o un defecto, un crimen, o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica…

…Decís, la mujer es vanidosa, voluble, falsa, ama los trapos, los brillantes, no hay que pensar en casarse porque es la ruina del hombre! Y vosotros, pobres, por qué le cerráis torpemente la vereda de la industria y del trabajo, y la colocáis entre la alternativa de la prostitución o la miseria?...

Edúquese a la mujer conforme a las necesidades morales e intelectuales del alma humana, edúquese como alma sensible, inteligente y libre; déjesele el uso y el ejercicio de las facultades morales e intelectuales que Dios le ha concedido y ella será siempre el símbolo del bien para el hombre, y no el objeto de divagaciones apasionadas o furiosas.

Todos mis esfuerzos serán consagrados a la ilustración de mis compatriotas, y tenderán a un único propósito –Emanciparlas de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su inteligencia, enajenando su libertad y hasta su conciencia, a autoridades arbitrarias, en oposición a la naturaleza misma de las cosas. Quiero y he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo, o un defecto, un crimen, o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica.

Porque Dios no es contradictorio en sus obras, y cuando formó el alma humana, no le dio sexo- La hizo igual en su esencia, y la adornó de facultades idénticas- Si la aplicación de unas y de otras facultades difiere, eso no abona para que la mujer sea condenada, al embrutecimiento, en cuanto que el hombre es dueño de ilustrar y engrandecer su inteligencia; desproporción fatal que solo contribuye a la infelicidad de ambos y a alejar más y más nuestro porvenir. Y no se crea que la familia no es de un gran peso en la balanza de los pueblos, ni que la desmoralización y el atraso parcial de los individuos no influye en bien o mal de la sociedad colectiva…

La sociedad es el hombre: él solo ha escrito las leyes de los pueblos, sus códigos; por consiguiente ha reservado toda la supremacía para sí. El círculo que traza en derredor de la mujer es estrecho, inultrapasable, lo que ella clasifica crimen en él lo atribuye a debilidad humana: de manera que, aislada la mujer en medio de su propia familia, de aquella de que Dios la hizo parte integrante, segregada de todas las cuestiones vitales de la humanidad por considerarse la fracción más débil, son con todo obligadas a ser ellas las fuertes y ellos en punto a tentaciones, son la fragilidad individualizada en hombre.

En todos los inconvenientes que resultan de su falsa posición; con un tutor perpetuo que a veces es lleno de vicios y estupidez, la mujer tiene con todo que bajar la cabeza sin murmurar, decirle a su pensamiento no pienses, a su corazón no sangres, a sus ojos no llores, y a sus labios reprimid las quejas!

Por qué? Si, por qué ese largo martirio que empieza y acaba con la vida de la mujer?
Por qué se condena su inteligencia a la noche densa y perpetua de la ignorancia?
Por qué se ahoga en su corazón desde los más tiernos años, la conciencia de su individualismo, de su dignidad como ser que piensa, y siente? Repitiéndole: no te perteneces a ti misma, eres cosa y no mujer?

Por qué reducirla al estado de hembra cuya única misión es perpetuar la raza?...
Por qué cerrarles las veredas de la ciencia, de las artes, de la industria, y así hasta la del trabajo, no dejándoles otro pan que el de la miseria, o el otro mil veces horrible de la infamia?

…Todo le quitáis a la mujer! Todo lo que puede caber en la misión grandiosa de la inteligencia, donde toman parte la sensibilidad y la voluntad libre. Pero le halagáis su vanidad, le excitáis el amor al lujo, a los dijes, a los tocados; ciegos idólatras de su belleza sois el incentivo funesto de la corrupción, porque si no sabe lo que es su alma, qué le importa a la mujer venderla por un puñado de alfileres de oro?...

La conciencia, el honor, la dignidad, qué son para la mujer? Quién le habla de esto? Conciencia? Vos se lo traducís por salvar las apariencias. Teme al mundo. Pero en temerse a sí misma, en avergonzarse de sí misma, quién le enseña? Honor? Y para qué quiere honor la mujer?

Ella no tiene palabra de honor, quién se fía en palabras de mujer? Su honor? De soltera es el honor del padre o del hermano el que guarda, de casada, es el del marido!...Insensatos!

Cómo queréis que haya quien defienda y conserve mejor el bien ajeno que el propio? Libertad? Si, la de vestirse, la de engalanarse; aquella que le dio Dios escrita en la propia organización de su alma, no.

La mujer es esclava de su espejo, de su corsé, de sus zapatos, de su familia, de su marido, de los errores, de las preocupaciones; sus movimientos se cuentan, sus pasos se miden, un ápice fuera de la línea prescripta, ya no es mujer, es el qué?... un ser mixto sin nombre, un monstruo, un fenómeno!!

Y qué pensáis que resulta de ahí? Que como la mano del hombre es débil e impotente para deshacer la obra de Dios, el acto de la vida íntima se cumple, y un efecto natural de la opresión es la reacción de la naturaleza que irrita; por consecuencia, se recurre a la astucia, a la mentira, al dolo, a los medios ilíctitos, y se recurre tanto más, que no creyéndose ligado por la autoridad moral del deber a ningún pacto divino ni humano, la conciencia que queda muda, y si dice alguna cosa, responde la individualidad, no me encadenasen, no me oprimiesen!

"La emancipación moral de la mujer es considerada por la vulgaridad como el apocalipsis del siglo. Los unos corren al diccionario y exclaman: ¡Ya no hay autoridad paterna! ¡Adiós despotismo marital! ¡Emancipar a la mujer! ¡Cómo! Pues ese trasto de salón (o de cocina), esa máquina procreativa, ese cero dorado, ese frívolo juguete, esa muñeca de modas, será un ser racional? ¡Emancipar a la mujer! Y qué viene a ser eso? Concederle el libre ejercicio del libre arbitrio? Pero si reconocemos en ella que Dios le dio una voluntad, que la hizo libre como a nosostros hombres; que le dio un alma compuesta de las mismas facultades morales e intelectuales que a nosotros hombre, entonces la habremos hecho bonita! y dejará de ser un valor nulo! y qué trastorno social, qué caos!"

"La mujer libre, ilustrada, emancipada de las preocupaciones que la condenaban a la inacción intelectual, que la destinaban al estado perpetuo de víctimas, es un enemigo. ¡Cómo! Sería ella un día igual al hombre en derechos sagrados que la brutalidad pisoteó hasta hoy sin misericordia? ¡Escándalo inaudito! A qué podrían recurrir los jóvenes para prender el corazón de las beldades?".

"¡Cómo (dicen los empecinados) después de tratar a la mujer como nuestra propiedad, tendríamos que reconocer que ella es nuestro igual! Habíamos de ser justos, respetuosos y comedidos con ellas? No puede ser!"

"Y llegará un día en que el código de los pueblos garantizará a la mujer los derechos de su libertad e inteligencia"

"La humanidad no puede ser retrógrada. Sus tendencias son el progreso y la perfectibilidad; por eso la mujer ocupará el lugar que le compete en la gran familia social. Su inteligencia, cultivada, mejorará las facultades morales y la hará ejercer la inevitable influencia que le da su naturaleza en los grandes destinos de la humanidad; sí; porque la misión de la mujer es seria y grandiosa. El hombre, empero, hace la guerra a la naturaleza. Es así, como obstinado, niega a la mujer sus derechos y su inteligencia, y no puede conformarse a su papel de tirano"
Juana Manso